Jesús de las Penas es repuesto al culto

Titular de la cofradía de San Agustín.

Aunque no sale en procesión a la calle, Jesús Nazareno de las Penas tiene una gran devoción entre los devotos del convento del Santo Ángel de la calle San Antón, siendo titular de la hermandad del Santo Cristo de San Agustín. Jesús Nazareno de las Penas, que hasta fechas recientes era dada como anónima, pero que el profesor Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz atribuye a un discípulo de Torcuato Ruiz del Peral, Felipe González; siendo realizada por el dicho escultor, posiblemente, en torno a 1789, fecha en la que se realizó la túnica que viste en los momentos solemnes. Esta talla se incluyó como segundo titular en la remodelación de las Reglas de la hermandad del año 1989.

Días atrás era repuesto al culto en la sede canónica de la cofradía del Lunes Santo tras el proceso de restauranción a la que ha sido sometida la talle en los últimos meses en el taller del restaurador Antonio Custodio. Los trabajos de restauración han buscado consolidar y limpiar la imagen y eliminar de ella repintes.

Coincidiendo con su vuelta al templo, el pasado domingo la imagen estuvo expuesta  en veneración para los fieles.

La imagen es de las denominadas de candelero, es decir, de vestir, recubierto con tela encolada sobre la que se coloca la mencionada túnica bordada o bien otra morada lisa. Cristo se encuentra en una postura bastante enhiesta sosteniendo la cruz con el hombro izquierdo, que en la actualidad la presenta invertida respecto a la posición más corriente de sostenerla, esto es, con el estípite hacia atrás, pasando a portarla en la actualidad hacia delante, siguiendo así el modelo sevillano de Jesús Nazareno. Toda la expresividad, al ser de candelero, se concentrará por tanto en las manos y en el rostro, siendo aquí donde podemos observar una serenidad clásica, en una línea sensible y espiritual, con un bello rostro de excelente factura y mirada hacia delante, reflejando de esta manera los sufrimientos físicos de la Pasión con la fortaleza espiritual del Varón de Dolores. El rostro es enjuto, aunque de suaves pómulos, con una barba bífida. Los ojos, ligeramente hundidos y con las órbitas pronunciadas, son grandes y en origen tendrían pestañas de pelo natural, la nariz es fina, y la boca se encuentra entreabierta, mostrándonos los dientes y la lengua que están tallados. Igualmente muestra un moratón en su mejilla izquierda, e hilos de sangre que resbalan por la frente por acción de la corona de espinas y del hematoma. La cabeza se encuentra ligeramente inclinada hacia la derecha, para apoyar la cruz sobre el hombro izquierdo, al mismo tiempo que inclina, levemente, la cabeza hacia abajo acompañando a la vista que se pierde en el infinito, con las cejas arqueadas. El cabello le cae por detrás en forma de bucles bien peinados. Presenta además, sobre su sagrada testa, una corona de espinas postiza y tres potencias. Tenemos que destacar, igualmente, las manos, las cuales aprehenden la cruz plana terminada en cantoneras plateadas, y en las que se pueden apreciar perfectamente las venas que discurren en busca de los dedos.

 

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