Felicitación navideña de Fransciso J. Martínez.
Para muchísimas personas, la vida es muy dura.
Para muchísimas personas, el amor es una palabra bonita, que, a lo sumo, se reduce a una estrella fugaz en ciertos momentos en la vida, o incluso esconde siempre una mentira, intereses, deseo de poder, de dominio…
Para muchísimas personas, la vida no tiene ningún sentido y todas las palabras bellas que los hombres pudiéramos generar son expresiones de una utopía, de un sueño irrealizable.
Sin olvidarse de ninguno de los sufrimientos, ni de ninguna de las noches que nos acompañan a los hombres en la vida, celebrar la Navidad no es recordar una historia tierna y sencillamente vivir como una especie de cuento de hadas que sirve de excusa para los regalos, el turrón y cosas por el estilo.
Proclamar que el Hijo de Dios se ha hecho hombre es proclamar que el sueño de la vida no es una utopía, ni una fantasía, ni una mentira, y que nuestro destino no es el vacío, el olvido, la soledad. Es afirmar que somos amados con un amor infinito y que la vida de cada uno de nosotros es preciosa, aunque no tengamos a veces la experiencia humana de ese amor porque no hemos encontrado el cuerpo de Cristo en nuestra experiencia o en nuestro camino.
Proclamar la Navidad es proclamar que nuestras vidas tienen un sentido; y un sentido precioso, porque ese Amor infinito nos rodea por todas partes, está con nosotros y no nos perderemos, porque nadie puede arrancar del Hijo de Dios el amor con que cada uno de nosotros somos amados.
Mis queridos amigos, mis queridos hermanos granadinos: ¡FELIZ NAVIDAD!
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
20 diciembre 2018
Granada