Era bendecido el pasado domingo.
El pasado domingo 30 de septiembre tuvo lugar una Eucaristía en el Monasterio de San Jerónimo de Granada para celebrar el día de su patrón y bendecir el nuevo altar. Durante la Eucaristía se llevó a cabo el rito de bendición del nuevo altar y se rememoró la “santidad paradójica” de este importante doctor de la Iglesia.
La Orden de las Jerónimas, junto a los miembros de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor, no vieron una fecha mejor que esta para, junto al Arzobispo de Granada, celebrar el momento de bendición de este nuevo altar.
A la Santa Misa se dieron cita decenas de fieles que no desaprovecharon la ocasión brindada para celebrar el día de San Jerónimo en la iglesia del monasterio situado junto a la calle San Juan de Dios.
Presentes estaban igualmente las hermanas Blanca, que se ocuparon del diseño del nuevo altar, que antes era una mesa. “El cromatismo actual del color de la madera de roble no distorsiona con el conjunto del retablo y el frontón. Lo mejor era hacer algo sencillo con respecto al retablo barroco y hacerlo de madera, pues de otro modo por el peso la tarima del presbiterio se hundiría”, explica una de las diseñadoras.
Además del altar, cuya elaboración corrió a cargo del escultor Ramiro Mejías, se reformó también la moqueta, ahora de un discreto color gris. La obra ha contado igualmente con la colaboración del Delegado de Patrimonio del Arzobispado, D. Antonio Fernández Siles, y que se ha llevado a cabo en un periodo de unos dos meses.
LA SANTIDAD PARADÓJICA DE SAN JERÓNIMO
Durante la celebración el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, quien se congratuló igualmente de la reforma del altar, centró su predicación en la figura de San Jerónimo como un modelo de santidad atípico con respecto a “las categorías en que con frecuencia nosotros concebimos hoy la santidad, como una especie de perfección humana según unas medidas humanas en muchos sentidos”.
El Arzobispo recordó la “pasionalidad” de este doctor de la Iglesia, que le hizo ser un admirador de la obra de Orígenes durante su juventud para después pasar a ser un acérrimo detractor, o a denunciar a las vírgenes romanas acusándolas de haber traicionado todo lo que la tradición cristiana enseñaba sobre la vocación a la virginidad consagrada, teniendo que huir de Roma hacia Siria escondido en la bodega de un barco.
Con su lengua “políticamente incorrecta”, D. Javier Martínez recordó que San Jerónimo fue ante todo un enamorado de la Escritura y un santo con un gran amor por la Iglesia, a pesar de que “era consciente de que ni siquiera habiéndose retirado a la soledad de Belén era capaz de abrir la boca sin que se revolviera algo en el mundo y en la Iglesia”, concluyó.
CONSAGRACIÓN DEL ALTAR: LECHO NUPCIAL DE CRISTO
Al igual que en una consagración sacerdotal, toda la asamblea se puso de rodillas para comenzar la consagración del altar, invocando la intercesión de todos los santos mediante el rezo Letanías.
Acto seguido, se procedió a la Unción del Santo Óleo sobre la superficie del altar, bendecido como un signo de Cristo y lugar de la mesa del Señor. Después de ello, Mons. Martínez llamó a una de las hermanas jerónimas, una representante de la Hermandad y a una de las dos restauradoras, para proceder a la limpieza de los restos de los Santos Óleos untados sobre el altar.
Con este gesto el Arzobispo quiso recordar la importancia del papel de la mujer en la historia de la Iglesia, recordando cómo en algunas iglesias está determinado que tuviese que haber especialmente una mujer, la salmista, encargada de representar, junto al obispo, ese diálogo entre el Esposo y la Esposa, Cristo y su Iglesia, que significa de suyo la Eucaristía.
Para resaltar ese signo que es “el altar como lecho nupcial en el que el esposo va a dar su vida por la esposa”, Mons. Martínez explicó el sentido de que él fuese el encargado de ungir el altar para que luego fuese limpiado y decorado por las tres representantes de la Esposa.