Mensaje de D. Francisco Javier Martínez.
Mensaje de Navidad de Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada.
Para muchas personas, para demasiadas personas en nuestro mundo, la experiencia de la vida es como un decaimiento permanente, un camino inexorable hacia la vejez, hacia la tristeza, hacia la muerte. Nadie busca la tristeza. Nadie quiere estar triste de manera espontánea. Y sin embargo, muchas personas lo están, y a veces con motivos muy serios. A veces, sencillamente, la miseria de este mundo produce dolores insoportables; la vida misma se hace para, cada vez más personas, algo insoportable.
En un contexto así, yo quisiera decir que el anuncio de la Navidad, el anuncio de que Cristo ha nacido y permanece con nosotros es una novedad, igual de joven e igual de nueva, esta Navidad de entre 2019 y 2020 que fue la primera noche de Navidad. Y lo necesitamos igual que lo necesitaba aquel mundo. No es una fiesta de rutina. No es una fiesta de “celebramos en familia ciertas cosas” y nos ayudamos un poco a estar artificialmente contentos.
Es la gran sorpresa para un mundo como el nuestro. La gran sorpresa de que Dios desea nuestra humanidad; de que Dios ha querido entregarse a nosotros, compartir nuestros llantos, nuestros sufrimientos y nuestros dolores, abrazar nuestra miseria y nuestra pequeñez, y rescatarnos de ella, para poder vivir con alegría. No con la alegría que surge cuando todo es perfecto, sino con la alegría que uno tiene de que, aunque todo no sea perfecto; aunque muchas cosas sean muy imperfectas, hay un Amor inmenso que es más fuerte que todo el mal del mundo. Y eso es lo que anuncia la Navidad. Lo anuncia para cada uno de nosotros y lo anuncia para todos los hombres.
El Señor ha iluminado Su Rostro sobre todos nosotros y lo ha iluminado en la forma de un niño, en la sonrisa de un Niño, en la sorpresa de una vida que nace. Esa vida es la de un niño como nosotros, y es al mismo tiempo la Vida de Dios. Esa es la gran sorpresa. Sonreíd a ese Niño y ese Niño os sonreirá. Y la vida os sonreirá, nos sonríe siempre cuando acogemos a Cristo en nuestras vidas. Es la Presencia de Cristo la que nos hace posible la alegría verdadera, el estar contentos.
¡Muy feliz Navidad para todos vosotros!
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada