Reproducimos este interesante artículo, firmado por Esteban Romera, y publicado por ABC-Sevilla a proposito de la situación que se está viviendo en las cofradías debido al coronavirus:
«Debido al COVID-19 se han limitado las visitas a templos y restringidos los cultos a distintos niveles, tanto internos como externos, de forma notoria. Las hermandades se han tenido que adaptar, como el resto de la sociedad, a esta pandemia y así vivir una nueva realidad. Quizás los cultos más perjudicados en este sentido sean los besamanos y besapiés que evidentemente están prohibidos. La pregunta es clara ¿Es el fin de estos cultos?
“Evidentemente es una realidad que estos cultos como lo hemos conocido, tanto besapiés centenarios, como desde aquel primer besamanos de la Esperanza Macarena el 18 de diciembre de 1925 es improbable que se vuelvan a repetir a corto e incluso a medio plazo. Con ello se puede perder una cercanía muy especial de sentir la religiosidad popular” comenta Antonio Bejarano, uno de los vestidores mas importantes de la ciudad y que se siente preocupado por esta situación alrededor de las devociones cofrades: “Posiblemente tras las circunstancias vividas y sufridas con el Covid-19, tendremos otra forma de vida. Como es lógico, también repercutirá en los besamanos y besapiés. De hecho, ya hay medidas diferentes para los entierros, bodas, comuniones, misas… Hay imágenes que llevan años sin estar expuestas en besamanos, incluso se besa una medalla que está prendida a su mano. En otros casos, también hay muchas personas a las que no les gusta besar la imagen y hacen “el gesto” del beso”
Suspensiones y aplazamientos
En Sevilla existen devociones que presiden esta tipología de cultos durante todo el año, como ocurre con el Señor del Gran Poder en su besapiés diario. La junta de gobierno que preside Félix Ríos acordó trasladar al Señor desde su lugar habitual de culto al presbiterio de la Basílica por lo que el besapiés quedó suspendido. En este sentido el máximo mandatario de esta cofradía del barrio de San Lorenzo comenta este cambio: “Decidimos bajar al Señor del camarín por el necesario cierre de éste ante las medidas de aforo y limitación de circulación. Perdida esa cercanía al Señor que proporciona su camarín -que es precisamente su función más importante, más allá del besapie- pensamos como mejor remedio bajarlo de él. Por tanto, volverá al camarín tan pronto podamos abrirlo de nuevo, con o sin besapié. Seguramente cuando termine el estado de alarma”. Otra imagen de gran devoción como es el Cristo de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana está expuesto en besapiés todos los viernes del año en la Capilla de los Marineros, culto también suspendido por esta lacra social que estamos padeciendo. Sergio Sopeña, su hermano mayor, considera lógica esta medida: “La suspensión ahora es lógica pero no creo que este tipo de cultos desaparezca para siempre. La humanidad ya ha pasado por situaciones similares y la normalidad en todos los sentidos ha regresado antes o después. La costumbre de los besamanos en nuestra ciudad comenzó a mediados de la década de los años 20 del siglo pasado, y justo en 1918 tuvo lugar la gripe española. Volveremos a la normalidad. Hay que ser pacientes y no cometer errores que generen pasos atrás”. La junta de gobierno de la Macarena también aplazó el besamanos de su dolorosa con motivo del 425 aniversario fundacional de esta corporación de la madrugá y el Señor de la Sentencia tampoco baja de su altar el primer viernes de cada mes para situarse en besamanos en el presbiterio de su sede. José Antonio Fernández Cabrero, su hermano mayor, se muestra esperanzado en el futuro sobre estos cultos: “No podemos elucubrar. Mi pensamiento es que en un futuro volverá a ser posible porque habremos logrado controlar, si no erradicar, la pandemia. Pero reitero que esto será algo que debamos ir viendo a medida que los acontecimientos sucedan. Prudencia y sentido común, no veo otra receta posible. Un besamanos o besapiés no son un culto; son un acto de piedad popular, que, además, inventa la Hermandad de la Macarena. Por tanto, no tienen el carácter esencial que tiene un culto para la vida del cristiano, sin el cual no podríamos vivir nuestra fe. Dicho esto, vuelvo a mi argumento anterior: esperemos a ver cómo evoluciona la pandemia y oigamos a los expertos, y en función de eso estoy convencido de que las hermandades actuaremos como siempre lo hemos hecho, con responsabilidad y sentido común”. Sergio Sopeña cree que a corto plazo es complicada su continuidad: “Momentáneamente, y mientras no exista una vacuna o tratamiento eficaz, creo que sí tiene en la actualidad los días contados. Supone un riesgo que tantas personas besen una misma imagen, los microorganismos que expulsamos por la boca o la nariz al respirar es lo que genera el contagio, éstos quedarían depositadas en las manos y en los pies de nuestros titulares. Igual que tampoco podrán realizarse las protestaciones de fe, al menos besando el libro de reglas y colocando la mano derecha sobre los Santos Evangelios”. El máximo mandatario del Gran Poder se muestra muy cauto en este sentido: “No se si pueden tener los días contados esta tipología de cultos. Sería precipitado dar ahora una respuesta. Es cierto que esta situación nos ha hecho plantearnos, o replantearnos en algún caso, determinadas cuestiones respecto a los mismos, pero es cierto también que, al menos el besapie del Señor, que viene de siglos atrás, se ha mantenido a pesar de epidemias y otras vicisitudes. Y en períodos de normalidad, no consta que haya sido foco de contagio de ningún tipo. Entiendo y comparto la preocupación por la higiene, pero ésta puede garantizarse con determinadas medidas de limpieza, siendo conscientes de que dichas medidas no son normalmente las más deseables para la conservación material de las Imágenes, a veces ni siquiera compatibles. En cuyo caso, caben también otras alternativas, preservando el sentido último del culto”.
Otro formato
Félix Ríos cree que podrían haber un nuevo formato: “Desde luego que estos cultos podrían tener otro formato, el que no deberían tener es el de telón para hacerse una fotografía con la Imagen, o el de competencia de los priostes para ver que montaje supera a que otro, o cual llama más la atención. Y esto es cada vez más habitual. Un besamanos, además de la carga simbólica de bajar la Imagen sagrada al mismo plano que los fieles, es un momento para la veneración especial sobre Ellas, permitiendo al devoto una cercanía que no puede tener en otro momento del año. Bajo ese prisma, que se pueda o no besar la Imagen creo que es lo de menos, lo importante es ese momento en el que te encuentras frente a frente con tu devoción. Siempre me han emocionado más las miradas que los besos”. En este sentido el hermano mayor de la Esperanza de Triana comenta: “Desde hace ya un tiempo existe cierta tendencia en muchos hermanos y devotos en general que, por cuestiones de higiene, no besan la imagen hacen el gesto evitando el contacto físico, gesto que manifiesta idéntico fervor hacia las imágenes. Esto mismo que le digo es extrapolable a lo que comentaba antes de las propias protestaciones de fe. Muchos no besan el libro de reglas, sólo hacen un ademán”. José Antonio Fernández Cabrero no cree en otros formatos y aboga por una mejora organizativa: “Estos actos de piedad popular ya han logrado su formato definitivo. Desde ese primer besamanos de la Virgen de la Esperanza han pasado casi cien años a lo largo de los cuales se han ido afinando y perfeccionando el formato. Otra cosa son las mejores organizativas que podríamos introducir en ese formato ya establecido. En este sentido, nuestra Hermandad ya lleva dos años adoptando medidas organizativas en el besamanos de la Virgen de la Esperanza encaminadas a permitir que un mayor número de personas acudan a él y lo hagan de una forma cómoda y sin sufrir esperas prolongadas. Las medidas que hemos puesto en marcha, además, avanzan en esta idea de garantizar la seguridad y el control del acceso, haciendo compatible este objetivo con incrementar el número de hermanos y devotos que pasan a besar la mano de la Virgen. Por tanto, sería posible adoptar medidas que permitieran garantizar la seguridad y protección de los fieles y devotos”. El vestidor Antonio Bejarano es claro en esta temática: “Yo pienso en la continuidad del mismo formato, o la Imagen expuesta sin ser besada. Al fin y al cabo, la cercanía de la Imagen reconforta al devoto, que la siente más cercana. Aun así, pienso que hay cuestiones mucho más importantes que la preocupación por la celebración o no de los besamanos y besapies”
La pregunta es clara “¿Cual sería el sentido de estos cultos si no se puede besar a las Sagradas Imágenes? En este punto Ríos expresa lo siguiente: “El que comentaba antes, un acto de veneración con una especial carga emocional y devocional. Particularmente, yo hace años que no beso las Imágenes, sin que ello influya los más mínimo en lo importante que me sigue resultando el acudir a los besamanos de las Imágenes de mi devoción. Si por mi fuera -y es una opinión que entiendo que cueste compartir, pero que tengo desde bastante antes de que llegara esta pandemia- hace tiempo que por razones de conservación, hubiera terminado con el beso a la manos del Señor, cuyo deterioro, no ya de la policromía, sino de la propia madera, va a más cada año. Se baja al Señor al presbiterio, se le reverencia y, si me apura, se da a besar una reliquia, o su cíngulo, y ya está. Y lo mismo con la Santísima Virgen. Sucede que en una decisión de este tipo hay que ser especialmente cuidadoso con los devotos, y en todo caso hacer mucha pedagogía. Pero no olvidemos que hay Imágenes de devoción multitudinaria que jamás han tenido un besamanos, y ello no ha menoscabado un ápice su devoción. En el besapié, para bien o para mal no se me plantea esa disyuntiva, precisamente porque ya llegamos tarde. Por el deterioro causado por los besos ya hubo que componer con anterioridad el talón del Señor con una nueva pieza, y entiendo que podría volver a hacerse de ser necesario”. El máximo mandatario de la Esperanza de Triana lo tiene claro: “Es evidente el sentido de estos cultos. Al fin y al cabo, a las imágenes se las expone para su veneración cerca de los fieles. El devoto necesita esa cercanía para, al menos en esa ocasión anual, decirle tantas cosas al Señor y a la Virgen… El beso es lo de menos, porque lo importante es la emoción, y ésta siempre va a estar y no hay nada que la impida. Y con respecto a cultos de este tipo que tengan mayor habitualidad en el tiempo como es, en nuestro caso, el besapié de los viernes del Cristo de las Tres Caídas, pues a lo mejor la solución, hasta que llegue la vacuna o el tratamiento, sea poder visitar el camarín cuando haya garantías de que no exista problema alguno para ello, y ya, cuando al fin vuelva la normalidad plena, volveremos a depositar nuestros besos en su pie derecho”. Fernández Cabrero aboga por esa cercanía de las devociones: “El sentido último de un besamanos sin besos sería, en el hipotético caso de que fueran así, el mismo que con besos: permitir la proximidad, la cercanía, la intimidad entre el devoto y la Imagen Sagrada. Porque esta cercanía física ayuda sin duda a la cercanía espiritual y a la conversión; estar lo más cerca de la Virgen es un bien que los devotos siempre agradecen y agradecerían, con o sin besos”.
Colas del besamanos de la Macarena / ÁLVARO HERAS
Futuro y continuidad
Félix Ríos cree “que podrán retomarse con mayor o menor demora en función de que perspectiva se adopte, según se prime más el beso, la preservación de la Imagen o, como decía, el sentido real del culto. Teniendo presente además como evolucione la situación, y las normativas que se dicten al respecto”. Fernández Cabrero es precavido sobre esta pandemia y su futuro: “Debemos ser cautos en este sentido del futuro de esta tipología de cultos. Aún desconocemos la evolución de la pandemia y hacer hipótesis a este respecto se me antoja jugar a la ciencia ficción. Siempre que sucede un hecho trágico o una catástrofe pensamos que nuestro mundo y nuestra realidad no volverán a ser los de antes. En este caso igual, ahora estamos aún traumatizados por todo lo que hemos vivido y estamos viviendo, pero debemos ser pacientes, atender a las instrucciones de los expertos y autoridades así como a las recomendaciones del Arzobispado. Y, sobre todo, en cada momento hacer lo más prudente y adecuado. En resumen, creo que es aventurado responder a esta pregunta”. Antonio Bejarano: “En todo esto, con los cambios de opinión y los motivos de sufrir una pandemia, veremos cambios, claro está, pero hablar de suspensión definitiva… yo creo que eso deben decirlo los organismos oficiales a quien les competa. Espero y deseo, que sean justos, porque percibo de ciertos sectores una caza contra la religión y las actividades religiosas. Ojalá estemos unidos. Y ojalá los políticos y otras muchas instituciones hubiesen hecho por la sociedad lo que han llevado a cabo las hermandades”.