El pasado viernes 14 de octubre, la comunidad parroquial de Alicún de Ortega vivió una jornada histórica al recuperar la devoción y el culto al Señor de Burgos en dicha parroquia de Ntra. Sra. de la Anunciación. Es una devoción que ha estado presente en el corazón de los alicuneros desde hace siglos y que llegó a su mayor auge con la presencia de una hermandad filial que peregrinaba a Cabra del Santo Cristo en cada festividad. Todo desapareció con las devastadoras consecuencias que trajo la Guerra Civil.
La recuperación de esta devoción al Señor de Burgos en Alicún ha sido posible gracias a la donación, por parte de un sacerdote accitano, de un lienzo del Sg. XVII que representa a dicha imagen cristífera, venerada hoy en día en su capilla de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María de Burgos y que data del Sg. XIV.
El lienzo, en su particular «tenebrismo», muestra al Señor crucificado ya sin vida, donde puede verse su llaga sangrante en el costado. Es una pintura que, aunque se centra en el Viernes Santo y en el Calvario, habla de vida y resurrección al fiel que se acerca, pues el Señor viste una faldilla con encaje blanco y los típicos «huevos de avestruz», símbolos de la Pascua.
La bendición de este portentoso lienzo tuvo lugar durante la celebración de la Santa Misa, que ese día fue la Votiva de la Exaltación de la Santa Cruz, y fue presidida por Mons. Francisco Jesús Orozco, obispo de Guadix, contando también con la presencia del rector del Santuario del Señor de Burgos y párroco de Cabra del Santo Cristo y Bélmez de la Moraleda, José Manuel Pancorbo, junto a la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Esclavitud del Santísimo Cristo de Burgos de Cabra.
Con esta bendición, se llevó a cabo un gesto de hermanamiento entre la diócesis de Guadix y la parroquia de Alicún de Ortega con el Santuario del Santísimo Cristo de Burgos de Cabra, ya que el obispo prendió uno de los hachones que estaban a los pies del Señor, en representación de la diócesis de la que es pastor, y el otro fue prendido por el hermano mayor de la Hermandad de Cabra, D. Francisco.
Durante la homilía, nuestro obispo, D. Francisco Jesús, habló de la hechura del lienzo recordando que «fue un hecho accidental el que hizo que, en la víspera del veinte de enero de 1637, llegara a la pequeña aldea de Cabra la copia en pintura del Cristo de Burgos. Don Jerónimo de Sanvítores, noble burgalés, enviaba sus pertenencias a la ciudad de Guadix, de donde había sido nombrado nuevo corregidor por el rey Felipe IV, llegando la comitiva con su equipaje a la aldea de Cabra (o Cabrilla, como se le conocía entonces). Allí se alojan los arrieros esa noche, contando cómo en una caja llevaban un lienzo con la milagrosa imagen. La dueña del mesón, manca de una mano, decide ponerle unas velas al Cristo esa noche. A la mañana, la mujer se puso a rezar ante la imagen y, movida por la devoción, acercó su mano inválida con ayuda de la otra mano hasta tocar el cuadro, y quedó sanada. La noticia corrió entre el vecindario, conocedor de la invalidez que padecía la mujer curada. El milagro fue tan sonado, que fue validado por expertos enviados por el obispo de Jaén, y la devoción a la imagen se extendió a todas las sierras circundantes, fundándose cofradías en muchas localidades de toda la Andalucía oriental, sobre todo en los reinos de Jaén y Granada, como es el caso de Alicún de Ortega y la Peza, entre otras.
Don Jerónimo de Sanvítores donó el cuadro a la localidad de Cabrilla, que desde entonces pasó a llamarse Cabra del Santo Cristo, y encargó otra imagen para su propia devoción, que es la que hoy se venera en la catedral de Guadix.
El Cristo hizo otro milagro en 1698, cuando sudó de la cabeza a los pies durante unas rogativas.»
Ahora, Dios mediante, el Señor de Burgos vuelve a ser venerado con devoción en Alicún de Ortega, al igual que en la Catedral accitana y comienza la andadura para refundar la Hermandad Filial que peregrine a Cabra, presentando nuevamente a los pies del Señor de Burgos los fieles de Alicún y Guadix.