El pasado día 7 se iniciaban en la iglesia de Santo Domingo, los cultos en honor de la Virgen del Rosario Coronada, con la Eucaristía oficiada por el arzobispo coadjutor, D. José María Gil Tamayo, en su primera visita al templo. Allí, recibió la bienvenida y el agradecimiento de la comunidad de hermanos religiosos, cofrades y fieles en general. Al término de la Eucaristía, que fue precedida por el rezo del Santo Rosario, recibía la medalla de la Archicofradía del Rosario, con la que pasa a formar parte de sus miembros devocionales.
En sus palabras durante la homilía, Mons. Gil Tamayo animó a los fieles a acudir a la Virgen, en su advocación del Rosario, rezando esta oración mariana que acompaña la vida cristiana siguiendo los misterios de la vida, muerte y resurrección del Señor, al mismo tiempo que les invitó a buscar la compañía de la Virgen en nuestra vida cristiana.
Distintas autoridades civiles y militares participaron en la Eucaristía, junto a numeroso pueblo cristiano. Todos ellos depositaron su ofrenda floral en honor a la Virgen del Rosario, entre ellas la Congregación de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada. Y es que ese 7 de octubre, la iglesia de Santo Domingo fue templo jubilar y pudo ganarse la Indulgencia Plenaria, en el Año Santo concedido por la Santa Sede a la Congregación de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada en el 175 aniversario del nacimiento de su fundadora, la beata María Emilia Riquelme y Zayas.