Como en las películas, la tensión se mantuvo hasta el último segundo. Fue una subasta real, con una puja que descolocó y otro golpe de efecto que consiguió que el acetre de plata esté ya camino de Granada, de vuelta al convento de Las Carmelitas, de donde salió a finales del XIX.
La colecta que organizó la dirección del museo fue bien. Pidieron 3.600 euros a fieles y simpatizantes con la causa y se consiguieron contrarreloj pero ellos no contaban con los imprevistos que supone una compra con ‘adversarios’.
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