Las cofradías vivieron ayer un extraño Viernes de Dolores. Se pudieron visitar templos, pero en ellos no había pasos montados. Se pudieron rezar víacrucis, pero ninguno pisó las calles. Se pudo hablar de Semana Santa, pero no se repartieron papeletas de sitio ni cuadrantes de relevos.
La de ayer, fue una jornada que presagia lo que desde el Domingo de Ramos se vivirá. Hoy la ciudad está a la espera, pero la espera es distinta a la de cualquier año. Se desarrollarán los últimos actos convocaos por las cofradías, pero no habrá ilusión de Domingo de Ramos en el sueño de los cofrades. Se cambiará esta próxima noche la hora, pero la hora de verdad aún tardará en llegar.