Mañana comienza la Cuaresma.
Sí, ya ha llegado la hora. La víspera verdadera está aquí, y aunque este año al ser tan alta la fecha de la Semana Santa se ha podido disfrutar de una extensa pre-Cuaresma, será mañana miércoles cuando los almanaques arranquen definitivamente el tiempo de la espera.
Llega la hora de los cultos, de los quinarios, de la cera llenando iglesias en bellos altares. Llega la hora de redoblar los ensayos costaleros, de alargar el tiempo de preparación de las bandas cada noche. Llega el momento de empezar a limpiar la plata, de cobrar tarjetas de sitio, de los capirotes de cartón y las planchas dispuestas a dejar sin una arruga las túnicas.
Llega la hora de los pregones, de las noches de tertulia en la barra del bar, de los programas de radio contando las últimas noticias y los estrenos. Llega la hora de los nervios, de empezar a buscar páginas de información meteorológica, de reencuentros y de ausencias.
Y es que, un año más, llegó la hora de la espera. De la verdadera espera, la última, la que en cuarenta días nos hará soñar de nuevo.
Mañana, será Miércoles de Ceniza.